Hoy quiero recordar a mi abuela Aquella señora delgada, de pelo blanco casi siempre atado en un moño; vestida de oscuro, sencilla, con gran corazón, que se miraba al espejo antes de salir de casa para asegurarse de que no tenía un pelo fuera de su sitio; Con su bolso negro colgado del brazo, sus andares tiesos.. .
Siempre quedan aromas impregnados en nuestra memoria. Yo puedo percibir su olor, y aunque suene a anuncio televisivo, el aroma de jabón y colonia de Heno de Pravia. Me han quedado en la memoria expresiones, palabras que solía decir…y muchas veces sueño con ella, y es tan real, que me parce estar viéndola como si estuviera a mi lado, hasta puedo estirar el brazo y tocarla. Sentir su abrazo cálido…
Su corazón se cansó de latir después de noventa y dos años de vida. Una vida sin duda marcada por una guerra cruel y sin sentido, a la que siguió una terrible postguerra en un pueblo de Sur-Oeste, donde los extremos del calor y el frío se entremezclaban con penurias y algo de hambre… superviviente al fin y al cabo que llegó a saborear la humedad del Norte y el salitre del mar en busca de una vida mejor.
Madre de cuatro hijos, abuela de once nietos… MI ABUELA.
Y os preguntareis ¿a qué viene esto? Hoy me he encontrado a una persona que no veía desde mi infancia con la que he recordado vivencias de una época en que mi abuela estaba muy presente. Y esta persona tenía un libro en sus manos:
Secretos de Arena
Helena