Desde muy niña tenía claro que las asignaturas que más me gustaban y me atraían eran las de Letras, así que cuando en BUP tuve que elegir optativas, no lo dudé ni un segundo y opté por Literatura, Griego y Latín.
Así fue como conocí a Eugenia, mi profesora de Griego. No sólo era agradable, joven y encantadora, era una magnífica profesora que nos enseñó a amar la cultura griega, con la que aprendimos el alfabeto griego, historia y Mitología. Sus clases eran muy amenas, entretenidas, pasaba el tiempo enseguida... Me dio clase durante dos años, luego se acabó el Instituto y perdimos el contacto.
Cuando alguna vez nos encontrabamos por la calle nos saludabamos, pero pasaban años en que nunca coincidíamos. El otro día mientras tomaba cafe con una amiga, antigua compañera de Instituto, nos encontramos con nuestra profe Eugenia.
Hablamos con ella, y mi amiga le comentó que yo había publicado una novela. (Yo nunca se lo hubiera dicho,supongo que por timidez) Sin dudarlo fue a comprarla en ese mismo momento y me dijo que tenía que dedicarsela. Así lo hice en cuanto regresó. Me pidió el número de teléfono para llamarme cuando la leyera.
Sinceramente pensé que no lo haría y que lo decía por puro compromiso. Después de todo habían pasado muchos años, y ella aunque nos recordaba no nos asociaba a nuestro nombre ni al curso en que habíamos estado. Lógico, han pasado tantos alumnos por sus clases, y tantos años que resultaría imposible acordarse de todos.
Sin embargo, me llamó hace dos días para decirme que había terminado de leer mi libro, que le había gustado mucho, y que hasta se había enganchado, cuando ella no suele leer novelas, me dijo, porque no tiene tiempo, no porque no lea.
Fue un grato placer escucharla, y me sentí muy halagada con sus comentarios. Por eso quiero dedicarle esto, porque de verdad, no creí que una Catedrática como mi antigua profesora fuera a interesarse por mi novela y mucho menos que buscara tiempo para llamarme.
Todo un placer, Eugenia y muchas gracias.
Helena
Casualidades de la vida: precisamente esta misma mañana mi ex profesora de Griego en el instituto me dijo que ya tenía mi novela y que en cuanto pudiera me la dejaba para que se la firmara.
ResponderEliminarParece que las lenguas muertas aún están vivas ^^ (chiste fácil, jeje).
Besos, Helena,
Helena, con mi primer libro pasó igual. Mi adorado, idolatrado y estupendo profesor de literatura Vicente Aguilella, culpable absoluto de mi amor por la literatura, fue el priemro en leer ¿Dónde está la luna?. Me ayudó muchísimo y yo me sentí honradísima por sus sabios comentarios. ¡Qué importantes son algunos profesores!!
ResponderEliminarHe entrado por casualidad en tu blog, y al leer tu entrada, he identificado a tu profesora de griego con mi prima Mari Gena, y creo que así es, pues es catedratico de griego en Gijon, y una apasionada de la cultura griega, con una gran capacidad para entusiasmar a los demás sobre el tema. Pero lo que me ha encantado, aunque lo sabia, es que los alumnos también la apreciáis.
ResponderEliminarUn saludo